La Oracion a Jesus o La Oracion del Corazon
Encuentro en esta oracion una excelente manera de rezar.
Existe una maravillosa oración que se disfruta alrededor del mundo y se conoce con el nombre de la Oración de Jesús. A veces se le llama "la Oración del Corazón." Esta oración ha sido apreciada por muchas personas a través de los siglos, las culturas y los idiomas. La oración es muy sencilla y se basa en la Escritura.
Una persona que "no dio en el blanco" rezó: "Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador" (Lucas 18:13).
Otro escritor bíblico escribió: "Oren sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17).
Hubo un sermón en la iglesia antigua que decía: "....no hay otro Nombre por el que podamos ser salvados" (Hechos 4:10, 12).
Podemos prepararnos para rezar esta maravillosa oración. La oración puede resultar una bendición espiritual inesperada para algunos lectores. La idea básica consiste en orar constantemente poniendo especial atención hacia Dios. La oración se reza durante el día, a medida que hacemos nuestras tareas diarias. La oración es una fórmula que debe rezarse una y otra vez. Con el tiempo y con la práctica, muchas personas encuentran un ritmo de oración natural con su respiración y con el latido de su corazón.
1. Devoción al Santo nombre de Jesús como fuente de poder y gracia.
2. Advocación a la piedad divina con un pesar y un arrepentimiento interno.
3. Repetición frecuente como valiosa disciplina espiritual.
4. Repetición que nos conduce a un silencio interno y una quietud como forma de oración contemplativa y libre de imágenes.
La Oración de Jesús es: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi, pues soy un pecador."
Al decir el nombre de Jesucristo, podemos reclamar nuestra alegría. Con sólo pronunciar su nombre obtenemos una gran alegría y confianza en todo lo que hacemos. Señor Jesucristo, Hijo de Dios. Intente decir éstas palabras una y otra vez. A través de los siglos, una infinidad de creyentes humildes y de buscadores se han compenetrado con Cristo por medio de ésta oración. Si alguno de ustedes desea modificar las palabras para ser más incluyente, intente decir "¡Maestro Jesucristo, Criatura de Dios!" Esta es una oración maravillosa que nos ayuda en nuestra purificación espiritual y nuestra transformación personal. Es parte de la herencia espiritual que debemos reclamar como Cristianos. Nadie nos puede quitar a Nuestro Señor Jesucristo.
Gloria
Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador.
Padre Nuestro
Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador.
La 'oración a Jesús' 1 , conocida también como 'oración del corazón' es una breve fórmula piadosa, Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, algunas veces con el añadido: pecador, repetida en el marco de un método.
Se pueden descubrir sus orígenes en el ambiente de búsqueda de una oración continua que sella intensamente la historia espiritual de los primeros siglos cristianos, particularmente el peregrinar de los Padres del desierto. Es doctrina común del monacato primitivo la búsqueda del ideal de la oración continua.
Se dice de San Antonio de Egipto (c.250-356), quien ha pasado a la historia como 'el padre de los monjes' que «rezaba constantemente, pues había aprendido que era necesario rezar incesantemente en privado». La aspiración a una oración incesante se nutre de orientaciones como las de San Pablo que exhorta a vivir «perseverantes en la oración» (Rom 12, 12) y a orar «sin cesar» (1Tes 5, 17).
Los ejercicios de la memoria o presencia de Dios y el combate contra pensamientos dañinos, así como la 'meditación secreta' (krypte melete ), como metódica y constante repetición, oral o mental, de una oración o frase corta o de una sentencia de la Sagrada Escritura, son el medio donde, a través de un largo proceso histórico, nace y se impone como fórmula privilegiada la 'oración a Jesús'. Ireneo Hausherr, notable estudioso del tema, sostiene que la 'oración' es una fórmula abreviada que sintetiza la espiritualidad monástica de pénzos: lamentación, tristeza, dolor por los propios pecados.
LAS JACULATORIAS
La repetición de jaculatorias 2 , oraciones cortas, para alabar al Señor, obtener ayuda o para implorar perdón, se descubre en la temprana tradición cristiana. Ya en tiempos de Casiano (c.360-435) se va enlazando esta práctica con el propósito de alcanzar la oración continua. Otro testigo, de los numerosos que se pueden aducir, es San Juan Crisóstomo (c.344- 407), quien recomienda la repetición frecuente y sucesiva de unas mismas breves palabras. Sin embargo, la explícita invocación al Señor Jesús, como en la 'oración', no está necesariamente ligada a esta difundida práctica. Existe una gran libertad en la elección de la sentencia que se repite buscando la comunión con Dios. Así, por ejemplo, el mismo Casiano recomendaba en sus Colaciones: «Si queréis que el pensamiento de Dios more sin cesar en vosotros, debéis proponer continuamente a vuestra mirada interior esta fórmula de devoción: Ven, oh Dios, en mi auxilio, apresúrate, Señor, a socorrerme. No sin razón ha sido preferido este versículo entre todos los de la Escritura. Contiene en cifra todos los sentimientos que puede tener la naturaleza humana. Se adapta felizmente a todos los estados, y ayuda a mantenerse firme ante las tentaciones que nos solicitan». Arsenio (m. 449), monje del desierto, cuyos dichos son repetidos reverentemente por los monjes, por ejemplo, oraba diciendo: «Señor, dirígeme por el camino de la salvación». Sería fácil seguir citando oraciones breves de diversos padres en las que no se menciona explícitamente 'Jesús' ni 'Señor Jesús' o 'Jesucristo'
También es posible encontrar referencias a la invocación del nombre del Reconciliador, pero sin el recurso a la fórmula en la que cristalizó la llamada 'oración a Jesús' ni al marco metódico psico-físico que la acompaña. Como un ejemplo se puede citar una oración de Isaac de Siria, Obispo de Nínive (s. VII): «Oh nombre de Jesús, llave de todos los dones, abre para mí la gran puerta de tu casa del tesoro para que pueda entrar y alabarte, con la alabanza que nace del corazón, como respuesta a tus misericordias que vengo experimentando de un tiempo acá; pues tú has venido y me has renovado con la conciencia del Nuevo Mundo». Otro ejemplo, entre los muchos citables, es el del abba Sisoes, quien en una ocasión confiesa que durante treinta años había rezado así: «Señor Jesús, protégeme de mi lengua».
La Oracion a Jesus o La Oracion del Corazon
COMPONENTES DE LA 'ORACION A JESUS'
La fórmula que, entre diversidad de frases, va imponiéndose con el correr de los años es: Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador. Sus elementos se pueden encontrar en la Sagrada Escritura. Así, en la oración de los dos ciegos: «¡Ten piedad (eleison) de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9, 27). En el ruego de la mujer cananea: «¡Ten piedad (eleison) de mí, Señor, Hijo de David!» (Mt 15, 23). En el pedido del padre del epiléptico: «Señor, ten piedad (eleison) de mi hijo...» (Mt 17, 15). En la oración de los diez leprosos: «¡Jesús, Maestro, ten piedad (eleison) de nosotros!» (Lc 17, 13). También en la oración del ciego de Jericó, que San Marcos llama Bartimeo, que clama: «¡Hijo de David, Jesús, ten piedad (eleison) de mí!» (Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39).
Un caso aparte, pero con toda probabilidad vinculado al surgimiento de la 'oración a Jesús', es la prototípica oración humilde del publicano aspirando a la misericordia divina: «¡Oh Dios! ¡Ten compasión de (hilaszeti = se propicio a) mí, pecador!» (Lc 18, 13). En una ocasión, San Juan Crisóstomo, reflexionando en torno al Salmo 4, sostenía: «Resulta sumamente importante saber cómo debemos rezar. _¨_Cuál es la forma correcta? La podemos aprender del publicano; y no tengamos vergüenza de tener como maestro a uno que ha dominado el arte tan bien que unas pocas simples palabras fueron suficientes para que obtuviera perfectos resultados... Si rezas como él lo hizo tu oración será más liviana que una pluma. Pues si este modo de orar justificó a un pecador, cuanto más fácilmente elevará a un hombre justo a las alturas». :cara_angelito: En los dichos de Ammonas, probablemente discípulo de San Antonio, hay un consejo en el que dice: «permanece en tu celda, come un poco cada día y lleva siempre la palabra del publicano en tu corazón. De este modo te salvarás». También Martirio, Obispo sirio de Bet Garmai, conocido igualmente como Sadona (s. VI), en su Libro de la perfección resalta el valor ejemplar de la oración del publicano en la necesaria práctica de la auto-acusación ante Dios y en la humildad de corazón 3 . En los pasajes citados y en muchos otros de los Evangelios están los elementos fundamentales de la 'oración'; la gracia, la devoción y el tiempo harían el resto.
LA TEOLOGIA DEL NOMBRE
Es preciso señalar un elemento más en el surgimiento de la 'oración a Jesús'. No se puede dudar de la influencia veterotestamentaria de la 'teología del nombre de Dios' ni de su particular concreción y profundización en el Nuevo Testamento en referencia al Señor Jesús, así como a las acciones realizadas en su nombre. Algunos ejemplos neotestamentarios de esta teología, además de los bien conocidos: «Santificado sea tu nombre» (Mt 6,9; Lc 11,2), del Padre Nuestro; o «bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19), de la misión apostólica, se pueden encontrar en referencias al nombre de Jesús, particularmente en la Carta a los Filipenses: «al nombre de Jesús, toda rodilla se doble —en el cielo, en la tierra, en al abismo— y toda boca proclame que Jesucristo es Señor» (2, 9-11); en los Hechos de los Apóstoles: «Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos» (4, 12); en el Evangelio según San Juan: «Pues sí, os aseguro que, si alegáis mi nombre, el Padre os dará lo que le pidáis.
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APROXIMACION A SUS RAICES
Por lo visto, los remotos fundamentos históricos de la 'oración' se pueden trazar hasta los monjes egipcios del siglo IV, quienes se ejercitaban en la repetición de una palabra o sentencia para enfrentar los malos pensamientos y para pacificar la mente: la oración monológica .
La conciencia de la fractura interior del ser humano y de su fragilidad subyace a esta disciplina espiritual que, más allá del combate contra pensamientos inconsistentes o ideas erradas, encuentra una vía positiva en la unificación de todo el ser en Dios. La búsqueda de la paz ambiental (huída del mundo), la soledad y el silencio, y la tranquilidad o paz del corazón constituyen, en sentido amplio, el camino hesicasta (termino derivado de hesiquia palabra griega para quietud, tranquilidad, reposo), que es, precisamente, de lo que se está hablando. Se trata del conjunto de medios cuyo ejercicio favorece la unión con Dios a través de la 'oración incesante', la continua memoria de Dios (mneme Zeoú ).
La invocación del nombre de Jesús, ya explícitamente, ya implícitamente, por ejemplo, al decir Señor, se encuentra bien documentada en los testimonios que tenemos de los medios monacales de esos tiempos. Pero, aun cuando en un sentido amplio se puede hablar con toda razón de que esas invocaciones o referencias son una plegaria a Jesús, no se trata todavía de la fórmula establecida que se conoce como la 'oración a Jesús'.
Es también en el siglo IV que se descubren testimonios fidedignos del uso de la aclamación Kyrie eleison (¡Señor, ten piedad!) en la liturgia. No es posible medir su influencia en los medios monacales, pero, sin duda, es un dato a ser tenido en cuenta.
Los diversos elementos estaban allí. Con toda seguridad fueron usados libremente, pero el desarrollo sistemático de 'la oración' tomaría aun cientos de años.
cont .................... http://multimedios.org/docs/d000315/
En el CIC
2613 San Lucas nos ha transmitido tres parábolas principales sobre la oración: La primera, "el amigo importuno",66 invita a una oración insistente: "Llamad y se os abrirá". Al que ora así, el Padre del cielo "le dará todo lo que necesite", y sobre todo el Espíritu Santo que contiene todos los dones. La segunda, "la viuda importuna",67 está centrada en una de las cualidades de la oración: es necesario orar siempre, sin cansarse, con la paciencia de la fe. "Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?" La tercera parábola, "el fariseo y el publicano",68 se refiere a la humildad del corazón que ora. "Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador". La Iglesia no cesa de hacer suya esta oración: "¡Kyrie eleison!".
2616 La oración a Jesús ya ha sido escuchada por Él durante su ministerio, a través de los signos que anticipan el poder de su muerte y de su resurrección: Jesús escucha la oración de fe expresada en palabras,72 o en silencio.73 La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "¡Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de mí, pecador!" Sanando enfermedades o perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria del que le suplica con fe: "Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!". San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de Jesús: "Orat pro nobis ut sacerdos noster, orat in nobis ut caput nostrum, oratur a nobis ut Deus noster. Agnoscamus ergo et in illo voces nostras et voces eius in nobis" ("Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza nuestra; a Él se dirige nuestra oración como a Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la voz de Él, en nosotros".74
DE:http://foro.univision.com/t5/Cat%C3%B3licos/La-Oracion-a-Jesus-o-La-Oracion-del-Corazon/m-p/381337458