Oración , Preghiera , Priére , Prayer , Gebet , Oratio, Oração de Jesus

http://www.midbar.it/images/home_1_00.jpg  
CATECISMO DA IGREJA CATÓLICA:
2666. Mas o nome que tudo encerra é o que o Filho de Deus recebe na sua encarnação: JESUS. O nome divino é indizível para lábios humanos mas, ao assumir a nossa humanidade, o Verbo de Deus comunica-no-lo e nós podemos invocá-lo: «Jesus», « YHWH salva» . O nome de Jesus contém tudo: Deus e o homem e toda a economia da criação e da salvação. Rezar «Jesus» é invocá-Lo, chamá-Lo a nós. O seu nome é o único que contém a presença que significa. Jesus é o Ressuscitado, e todo aquele que invocar o seu nome, acolhe o Filho de Deus que o amou e por ele Se entregou.
2667. Esta invocação de fé tão simples foi desenvolvida na tradição da oração sob as mais variadas formas, tanto no Oriente como no Ocidente. A formulação mais habitual, transmitida pelos espirituais do Sinai, da Síria e de Athos, é a invocação: «Jesus, Cristo, Filho de Deus, Senhor, tende piedade de nós, pecadores!». Ela conjuga o hino cristológico de Fl 2, 6-11 com a invocação do publicano e dos mendigos da luz (14). Por ela, o coração sintoniza com a miséria dos homens e com a misericórdia do seu Salvador.
2668. A invocação do santo Nome de Jesus é o caminho mais simples da oração contínua. Muitas vezes repetida por um coração humildemente atento, não se dispersa num «mar de palavras», mas «guarda a Palavra e produz fruto pela constância». E é possível «em todo o tempo», porque não constitui uma ocupação a par de outra, mas é a ocupação única, a de amar a Deus, que anima e transfigura toda a acção em Cristo Jesus.

Arquivo do blogue

domingo, 19 de fevereiro de 2012

¿Soledad?- ALBERTO E. JUSTO - ASPECTOS DE LA VOCACIÓN EREMÍTICA

¿Soledad?- ALBERTO E. JUSTO - ASPECTOS DE LA VOCACIÓN EREMÍTICA



No pretendo diseñar un tratado de la vida solitaria. No pretendo añadir absolutamente nada a la luminosa tradición. Sólo es mi intención ahora hablar de la ermita escondida en el corazón, de la vocación a la soledad de todo viandante. Porque nada existe en la Iglesia que no sea una suerte de arquetipo para otras realidades, ya que comulgan todas en el mismo Misterio del Único Cuerpo Místico de Jesucristo.
Los caminos de la soledad se descubren, con harta frecuencia, en las horas de dolor, de sufrimiento. Sobre todo cuando ese mismo dolor es escondido y sin testigos; cuando –en suma- se cae en la cuenta de que nadie lo conoce y pasa desapercibido para cualquier observador.
Esta es una condición que abre la profundidad: no recibir atención. Se trata, en efecto, de una vida sin testigos. Cuando el peregrino acierta a descubrir esa calidad inaudita de su tesoro, que supera cualquier estima o valoración humana, se dará cuenta de la urgencia de mudar su atención y de dirigirla hacia otro horizonte.

El asedio del enemigo, pues, es exterior, externo; está fuera y no podrá hacer nada, salvo que se la abra camino. Todo el estruendo de un mundo hueco y vano no llega a destino sin invitación previa.
El arma más eficaz del peregrino es la compasión. En efecto, es esto lo que convierte toda guerra en paz. El enojo, la ira, las vindictas, todo eso es falso, engañoso, carente de resultado, infecundo y vano. Por otra parte siempre acaba mal.
La compasión, en cambio, es modo divino. El compasivo imita a Dios. Todo el secreto está ahí. La paciencia se fortalece y alimenta de compasión, que es verdad. Porque Dios se compadece de todos y a todos quiere salvar.
Se dirá por cuál razón la injusticia triunfa con tanta frecuencia o el cinismo no halla tope o castigo. Es claro que viendo las cosas desde ellas mismas esto parece ser así. Pero vistas desde lo alto, en otra perspectiva, cuando no necesitamos reivindicaciones de ningún tipo, el cuadro ya es diferente. De todos modos es preciso meditar más en el Misterio de Dios, esperar y confiar en Él.

Por tales razones el hombre no puede ser esclavizado por su entorno o por el ambiente en el cual vive. No es el camino el que hace al peregrino sino éste quien crea y traza a aquél con su andar.
Es así que estás cerca y acabas por convertirte en aquello que amas y quieres. Aquello que amas... No dejes de amarlo ni lo abandones. Tu constancia y tu perseverancia darán los mejores frutos. Sigue..., sigue siempre.
 


Recuerda siempre, no lo olvides, sólo posees en verdad lo que en verdad amas. Quizá creas guardar muy bien alguna cosa, tal vez te empecines en tener sensaciones de dominio en lo que sea... Pero todo eso es extraño, lejano y sin sentido para ti. Sólo es tuyo, en una posesión abierta, pura y desinteresada, aquello que en verdad amas... Por esa razón no irás nunca a ninguna ciénaga, porque nadie podrá apartarte de lo que amas. Ten bien presente esto y no te mientas ni te engañes jamás. Más estás donde amas, más está allí el alma, que donde te parece o donde simplemente te impresiona.
En suma, aunque estés al lado puedes hallarte muy lejos, a veces con una distancia infinita.


Esto lo vivirás en las instituciones y en todas esas asociaciones humanas que han antepuesto las técnicas al orden personal y cordial. El hombre sabe que ha perdido honor y cultura; y no encuentra otro modo de salir del atolladero que arrastrando a sus vecinos en la misma ciénaga donde se ahoga con rapidez. Pero a ti, si eres creador, no podrán empujarte ni llevarte adonde no quieres. Ten siempre el coraje de tu secreto y de tu libertad.


Cuando los que te perseguían, con sus acciones o con su indiferencia, te dejaron solo, adquiriste la certísima noticia de que ya no están más. Esto es: estás solo. Comienza por alegrarte y fíjate bien: ahora se abre el panorama de las infinitas ocasiones de tu potencialidad creadora. Sí, porque el Señor creará contigo y en ti un camino totalmente nuevo. Quizá no te dará excesivas comodidades; pero ¿qué más quieres? Es nuevo y más que nuevo: lo pasado ya pasó.
Has descubierto que tu interioridad te abre a la libertad y a lo inmenso... Que todo lo más bello te es inmediato y familiar. Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vuelve en paz a tu corazón