Publicado el por Fraternidad del Santo Nombre
“Los terrones son grandes y van dando vueltas, desintegrándose bajo la herramienta del labriego, que según la antigua usanza, trabaja con sus manos la tierra de cultivo.
La enfermera prepara con pulcritud la medicación sobre la bandeja impecable. Mira alternativamente las recetas y los frascos de donde extrae la materia indicada para cada paciente.
El banco esta atiborrado de gente inquieta, de quejas y movimientos presurosos. El mensajero forma parte de una extensa fila en la caja tres, destinada a la recepción del pago de los impuestos.
Entre la celda y la capilla se atraviesa el claustro. A través de los vidrios empañados el monje contempla pequeños rubíes de rosas en pimpollo y el verde esmeralda del follaje húmedo.
En el recreo los niños despliegan su energía jugando juegos irreconocibles y saturan el ambiente de ruidos y gritos. La maestra corrige los cuadernos y acomoda los lápices al pasar por los pupitres.”
Las cinco breves descripciones que anteceden son contemporáneas, transcurren en nuestro tiempo y sus protagonistas practican la oración de Jesús. Son situaciones reales de amigos, que han encontrado en la oración del Nombre de Jesús un espacio de calma en medio de la tormenta. Esta forma de oración se ha convertido para ellos en un refugio que los abriga de las agitaciones del mundo cotidiano; los protege de los vendavales que vienen de afuera y de los provenientes de su propia mente.
El mundo puede tornarse hostil si nos penetra la violencia, la competitividad, la codicia, la cultura de la apariencia que parece imponerse a la del ser. Nuestra mente puede encontrarse manejando los mismos valores que el medio en que se vive y terminar convertida en enemigo, en fuente de inquietud derivada del ansia interminable.
La oración de Jesús es refugio porque brinda paz al alma, pero no genera inercia, por el contrario, activa la acción transformadora. El practicante asiduo y perseverante se fortalece y aún en medio del mundo, encuentra en sí mismo la distancia suficiente entre los estímulos y la reacción. Este espacio interior anterior a la respuesta que se da a los sucesos, le permite actuar con deliberación, buscando la coherencia entre su conducta y el mensaje del Evangelio.
La oración del Nombre de Jesús, conocida también como la oración del corazón, es una vocación particular, un deseo de unificación profunda del alma y en general, llegan a sentirla “almas viejas”, que han vivido mucho y con intensidad y que han encontrado una cierta desdicha en lo que a los demás encandila…
http://laoraciondejesus.wordpress.com/2011/07/22/la-via-del-nombre/#comment-191
La enfermera prepara con pulcritud la medicación sobre la bandeja impecable. Mira alternativamente las recetas y los frascos de donde extrae la materia indicada para cada paciente.
El banco esta atiborrado de gente inquieta, de quejas y movimientos presurosos. El mensajero forma parte de una extensa fila en la caja tres, destinada a la recepción del pago de los impuestos.
Entre la celda y la capilla se atraviesa el claustro. A través de los vidrios empañados el monje contempla pequeños rubíes de rosas en pimpollo y el verde esmeralda del follaje húmedo.
En el recreo los niños despliegan su energía jugando juegos irreconocibles y saturan el ambiente de ruidos y gritos. La maestra corrige los cuadernos y acomoda los lápices al pasar por los pupitres.”
Las cinco breves descripciones que anteceden son contemporáneas, transcurren en nuestro tiempo y sus protagonistas practican la oración de Jesús. Son situaciones reales de amigos, que han encontrado en la oración del Nombre de Jesús un espacio de calma en medio de la tormenta. Esta forma de oración se ha convertido para ellos en un refugio que los abriga de las agitaciones del mundo cotidiano; los protege de los vendavales que vienen de afuera y de los provenientes de su propia mente.
El mundo puede tornarse hostil si nos penetra la violencia, la competitividad, la codicia, la cultura de la apariencia que parece imponerse a la del ser. Nuestra mente puede encontrarse manejando los mismos valores que el medio en que se vive y terminar convertida en enemigo, en fuente de inquietud derivada del ansia interminable.
La oración de Jesús es refugio porque brinda paz al alma, pero no genera inercia, por el contrario, activa la acción transformadora. El practicante asiduo y perseverante se fortalece y aún en medio del mundo, encuentra en sí mismo la distancia suficiente entre los estímulos y la reacción. Este espacio interior anterior a la respuesta que se da a los sucesos, le permite actuar con deliberación, buscando la coherencia entre su conducta y el mensaje del Evangelio.
La oración del Nombre de Jesús, conocida también como la oración del corazón, es una vocación particular, un deseo de unificación profunda del alma y en general, llegan a sentirla “almas viejas”, que han vivido mucho y con intensidad y que han encontrado una cierta desdicha en lo que a los demás encandila…
de la introducción al “Manual de la oración de Jesús” de próxima aparición.